El papa Francisco salió del Vaticano para rezar delante de la imagen de la Virgen de Salus Populi Romani en Santa María Maggiore. Luego, se dirigió a la iglesia de San Marcello al Corso donde rezó ante el crucifijo que salvó a Roma de la peste.
Una intensa oración frente a María Salus Populi Romani, y frente al crucifijo de madera que protegió a Roma de la «Gran Peste» del siglo XVI, el papa Francisco quiso enfatizar su cercanía con quienes sufren al ir a implorar la protección especial de la Virgen
“Esta tarde, poco después de las 16, el papa Francisco dejó el Vaticano en privado – informa el Director de la Sala de Prensa del Vaticano- y visitó la basílica de Santa Maria Maggiore, para dirigir una oración a la Virgen, Salus Populi Romani, cuyo icono es custodiado y venerado allí. Después, haciendo un tramo de la Vía del Corso a pie, como en peregrinación, el Santo Padre llegó a la iglesia de San Marcello al Corso, donde se halla el Crucifijo milagroso que en 1522 fue llevado en procesión por los barrios de la ciudad para acabar con la «Gran Peste» en Roma. Con su oración, el Santo Padre invocó el fin de la pandemia que golpea a Italia y al mundo, imploró la curación de tantos enfermos, recordó a las muchas víctimas de estos días y pidió que sus familiares y amigos encuentren consuelo y alivio. Su intención también fue por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras y a aquellos que en estos días, con su trabajo, garantizan el funcionamiento de la sociedad. Alrededor de las 17:30 el Santo Padre regresó al Vaticano”.
La especial devoción del Pontífice a la Salus Populi Romani es bien conocida: Francisco va allí no solo con motivo de las grandes fiestas marianas, sino que también quiere hacer una pausa de oración antes de salir para los viajes internacionales, y regresa allí inmediatamente después de aterrizar, para dar gracias. En 593 el papa Gregorio I la llevó en procesión para acabar con la peste, y en 1837 Gregorio XVI la invocó para acabar con una epidemia de cólera.
Muy significativa, en vista del momento que estamos viviendo, fue también la segunda etapa de esta salida dominical: la iglesia de San Marcello al Corso, donde se conserva un antiguo y venerado crucifijo de madera que data del siglo XV, considerado por los estudiosos como el más realista de Roma, que sobrevivió a un incendio y salvó a la ciudad de la peste. Ese crucifijo, abrazado por san Juan Pablo II, marcó la culminación de la Jornada Mundial del Perdón durante el Gran Jubileo de 2000.+