(*) Marcos Altamirano. Miembro de la Junta de Estudios Históricos del Chaco.
La colonia había sido trazada y mensurada a mediados de octubre de 1875 por una comisión exploradora designada por el presidente Nicolás Avellaneda en cumplimiento de la Ley 686 de 1874.
Esa ley creaba la jefatura política del Chaco y establecía la fundación de cuatro colonias-cantones sobre la margen derecha del Paraná, frente a la provincia de Corrientes. Esta comisión eligió el paraje San Fernando para trazar la nueva colonia, situado en la margen derecha del río Negro, a unos 8 km del Paraná.
Era un importante centro de explotación forestal donde funcionaban unos 15 obrajes, dando vida y sustento a una población de unas 800 personas, en su gran mayoría de origen correntino. El lugar había soportado en junio de 1875 intensos ataques de las tribus tobas y vilelas, pero habían sido rechazados por los obrajeros y su peonada, lo que le valió a la nueva colonia el nombre de «Resistencia», con el que fue bautizado por la comisión exploradora Fóster-Seelstrang. Ya desde abril de 1876 se encontraba allí el Administrador Jaime Sosa -político paraguayo exiliado en la Argentina- encargado de organizar y ubicar a las familias que le enviase la Comisión Nacional de Inmigración.
Los agricultores de Udine
La Ley 817 de Inmigración y Colonización, de 1876, preveía la propaganda en los países europeos, con representantes acreditados ante los gobiernos para distribuir folletos explicativos sobre las bondades de nuestro país en materia de explotación agrícola, y de las ventajas que ofrecía el gobierno a quienes vinieran a radicarse en estas tierras.
Unos de estos representantes, Carlos Calvo, distribuyó folletería en la provincia de Udine, Italia, que despertó mucho interés. Contrató con una firma particular el envío de agricultores para establecerse en nuestro país, con la promesa de recibir lotes de 100 hectáreas, alojamiento, transporte y manutención por un año en las colonias recién fundadas en el Chaco.
Fue mediante esta gestión que los agricultores de Udine decidieron finalmente radicarse en nuestro país. Los motivos principales para emigrar tenían que ver con su condición de arrendatarios de la tierra que cultivaban, las reducidas dimensiones de sus chacras, los problemas de transporte hasta sus lugares de trabajo, y las plagas que afectaron en esos años a la vid y a la papa que cultivaban.
El viaje hacia un nuevo destino
El vapor «Sud América» zarpó del Puerto de Génova el 1 de diciembre de 1877, puso proa al Río de la Plata y llegó a Buenos Aires el 26 de diciembre, con su carga de esperanzados inmigrantes que luego serían distribuidos en diversas colonias.
La Oficina de Trabajo de la Comisión Central de Inmigración era la encargada de ubicarlos en sus respectivos destinos. Los colonos rechazaron el ofrecimiento de poblar en colonias de Santa Fe y Entre Ríos como arrendatarios, y exigieron el cumplimiento de las promesas del otorgamiento de tierras en propiedad.
Ante esta firme actitud, el Comisario de Inmigración resolvió destinar el contingente de 200 personas a la colonia Resistencia, mensurada en 1875. Fue necesario aprobar rápidamente la mensura efectuada, lo que se hizo el 27 de enero de 1875.
Después de un largo viaje por el Paraná, el contingente de 36 familias colonizadoras (otros autores mencionan 41 o 43 familias) llegó a la ciudad de Corrientes el 21 de enero, donde los esperaban los miembros de la Comisión de Inmigración local, encargados de disponer todo lo necesario para su traslado a su nuevo hogar.
Rumbo al Chaco
En la tarde del 26 de enero, dos lanchones remolcados por un vapor salieron del puerto de Corrientes con las familias colonizadoras hacia la costa chaqueña. Después de cruzar el Paraná sin inconvenientes se internaron en el río Negro, con destino al Puerto de San Fernando.
El viaje, que sólo debía durar unas pocas horas, se vio dificultado por los embalses de vegetación acuática que impedía el avance del convoy. Esto los obligó a pernoctar en medio del río a pocos kilómetros de su destino, rodeados de la selva, soportando las altas temperaturas del verano chaqueño y martirizados por miríadas de mosquitos propios del ambiente lacustre. Finalmente, en la mañana del 27 de enero de 1878 arribaron al puerto de San Fernando, donde los esperaban el comisario Jaime Sosa y los obrajeros que habitaban el paraje.
En ese lugar se levantó muchos años después el monolito recordatorio de este acontecimiento histórico, en la actual avenida Ávalos, frente al Club de Regatas. Por una tradición que respetamos, el hecho se celebra el 2 de febrero.
Primeras dificultades
Era obligación de la administración de la colonia disponer de un recinto donde alojar a los colonos hasta que les fueran adjudicados sus lotes y brindarles mantención por un año hasta que las tierras comenzaran a dar frutos.
Pero esa primera condición no se había cumplido, y para agravar la situación los mojones de la primera mensura se habían perdido, por lo cual debió encararse una nueva mensura cuando ya los colonos estaban en Resistencia. Fue necesario iniciar de inmediato la construcción de un gran galpón para albergar a los recién llegados y a las familias que siguieron arribando en los meses sucesivos.
Jaime Sosa resolvió ubicar a los colonos en los establecimientos de los obrajeros: José María Ávalos, Félix Seitor, Agustín Vázquez, Quijano, Sicard, Juan José Ajesta y Manuel Díaz, mientras se construía el galpón cuyos trabajos se iniciaron en abril, con el concurso de la peonada de los obrajes.
Con respecto a la nueva mensura, estuvo a cargo del agrimensor Juan Dillón (h) enviado por la Comisión Nacional de Inmigración, quien debió sortear graves dificultades para cumplir esa tarea por la gran creciente del Paraná, que afectó a la Colonia. Recién al año siguiente se pudieron entregar las tierras a las primeras 150 familias, que ya se habían reunido en Resistencia y alrededores.
Así, en medio de grandes dificultades y peligros por la dureza del medio y del clima, iniciaron su epopeya estos pioneros de la colonización agrícola del Chaco.