Antes que nada, la necesidad de este Boca pasa por ganar. Eso ya lo entendieron desde los hinchas de paladar más exigente hasta el propio Fernando Gago. Pero no porque ganando se sanen heridas pasadas, sino porque hoy por hoy la única construcción posible es en contextos positivos. Y por eso, antes del 1 a 0 con el que venció a Barracas, en la Bombonera otra vez el Xeneize se jugaba una final.
La herida aún abierta de la Copa, la dura derrota en Rosario de la semana anterior y las dudas recurrentes alrededor de nombres y formación del equipo volvieron a sembrar -en la previa- dudas en torno a la continuidad de Fernando Gago. Y ante ese escenario, casi que no quedaban alternativas, pese a que a una victoria de distancia estaba la punta de la Zona A del Torneo Apertura y también la de la sumatoria general de la Liga Profesional.
Sin embargo, esta vez no lo jugó como una final Boca, como sí lo hizo en algunos de los anteriores encuentros que lo fueron encumbrando en la tabla antes de la caída en Rosario. Un poco por su propia impotencia y otro por el férreo planteo que le opuso Ruben Insúa a partir de sus casi dos líneas de cinco paradas en su propio campo durante gran parte de los 90 minutos.
El problema es que los de Gago no buscaban variantes ni lograban ponerle ritmo a un trámite muy cortado, y donde la tentación de buscar y buscar por la izquierda con el Changuito Zeballos se parecía bastante a los tiempos en los que el pelotazo a Villa era sistema y no recurso. Aunque -claro- sin espacios por atacar.
Sin muchas más ideas para prosperar, en casi la única en la que el número 7 llegó a meterse cerca del área chica asistió a Belmonte sin que éste pudiera definir dentro de los tres palos. Claro, enfrente sí tenían un par de balas en el cargador, y estaban guardadas en la pelota parada (que las tuvo) y así la cosa pudo ponerse peor en algún tramo del primer tiempo.
Buscando el hueco, la receta repetida terminó dando réditos cuando uno de los centros del arma letal que Lautaro Blanco tiene en su pie izquierdo encontró sólo y muy cerca del arco rival a Rodrigo Battaglia para con casi solamente tocarla puso el 1 a 0. El central, uno de los refuerzos top de la temporada, justificó su inclusión por el pibe Di Lollo no sólo por el gol sino porque su presencia empieza a darle una marca registrada a un equipo que si algo necesita son caudillos.
La sensación era que Boca había conseguido lo más difícil. Sin embargo, todavía faltaba el segundo tiempo, que con el resultado puesto estuvo casi de más, pese a que sin descontrolarse Barracas se adelantó, arrimó y hasta tuvo un mano a mano que pudo haber complicado las cosas. Sin lugar para mucho más que cambios para darle rodaje a la numerosa plantilla xeneize, el partido pudo haber tenido un moño con el segundo gol anulado a Cavani de la tarde (el primero por falta, éste por offside del regresado Carlos Palacios), pero la tarde estaba destinada a un resultado utilitario y nada más.
Ese que resultaba indispensable para avanzar un casillero más. Sabiendo que a Boca todo le cuesta el doble (con más puntos que los clasificados de la otra zona, aún no selló su pase a octavos) y también que ni siquiera el hecho de haber ganado ocho de diez lo redime de las catástrofes recientes. Porque -para Boca y para Gago- esta Battaglia continúa.